Dicen que los subtítulos de los libros son tan importantes como los propios títulos, toda vez que aquellos son la clave para comprender el mensaje del escritor. En el caso que nos ocupa, podemos decir que Martínez Antolín acierta de pleno con «Versos a bocados» para…
CONOCE LA OBRA
Dicen que los subtítulos de los libros son tan importantes como los propios títulos, toda vez que aquellos son la clave para comprender el mensaje del escritor. En el caso que nos ocupa, podemos decir que Martínez Antolín acierta de pleno con «Versos a bocados» para subtitular el presente poemario.
Efectivamente, Tengo el alma desordenada nos podía conducir por mil y un escenarios del sentimiento, pero cuando el autor nos informa que sus versos están escritos a bocados, ya nos sumerge en una realidad ciertamente desordenada por la oscuridad de la noche, los locales de mala muerte, el sexo que no se transforma en amor, o la sensatez que se amilana, como un niño asustado, ante los embates de la locura.
Sin embargo, este abismo de sinsentido en el que puede despeñarse la vida de un hombre, no acaba arrastrando al autor. Al final hay motivos para la esperanza en los ojos de una mujer o en el nacimiento de un hijo, y también, y por supuesto, en la actividad poética, en el ejercicio de la escritura, clavo ardiendo al cual agarrarse para no caer en ese vacío. Estimado lector: estos poemas han servido para que Martínez Antolín renazca de entre las cenizas. Y si algo desea él es que también puedan servirte a ti.
CONOCE AL AUTOR
Diego Martínez Antolín nació en Burgos, el 2 de Agosto de 1973. Con dos años emigra a Euskadi y esta circunstancia hace que «se considere vasco por los cuatro costados».
Martínez Antolín comenzó temprano su andadura en la literatura —de hecho su memoria apunta a que ya con 8 años se entretenía en escribir versos—, y desde entonces nunca ha caminado lejos de la poesía. Parafraseando a uno de los más excelsos poetas españoles del siglo XX, —adivinen ustedes quién—, dice que su «infancia son recuerdos de mi madre y versos de Lorca y Gloria Fuertes».
Respecto a su estética literaria y sus aficiones, Martínez Antolín manifiesta su gusto por «escribir rasgando sentimientos», y se declara atraído por lo urbano, lo cotidiano y el cine de autor. Sus dos grandes pasiones son los perros y los niños, encontrando en Unax, su hijo recién nacido, y en su «más que hija» Buika, los motores para avanzar como persona y como poeta.
Tras haber tocado dos veces fondo en su vida, Martínez Antolín espera que este libro «ordene meticulosamente» su alma, ayudándole a crecer como persona.
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